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www.echojspodcast.com | 15. 08. 2025 | Editor:Eva Yu [A A A]

Efemérides de China que cambiaron el destino de la humanidad

Palabras clave: China, 80 aniversario de victoria, Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa
www.echojspodcast.com | 15. 08. 2025


Foto: Xinhua


Por Jorge Fernández

La experiencia de China, tanto como víctima de la agresión japonesa como fundadora de la ONU, ense?a que el destino de la humanidad está vinculado, y que nuestras acciones presentes tendrán repercusiones compartidas en un futuro próximo.


Han pasado ya 80 a?os de aquel 15 de agosto, cuando Japón, abatido por todos los flancos, anunció su rendición. Era el fin a la Segunda Guerra Mundial. En Asia, los chinos mantuvieron a raya la expansión nipona y protagonizaron una heroica gesta que hoy se recuerda como la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial. Este a?o, además, marca el octogésimo aniversario de la fundación de las Naciones Unidas, una organización que pese a sus debilidades, ha logrado prorrogar hasta donde le es posible la paz entre Estados, al menos en lo que respecta a evitar una tercera conflagración mundial. Estos dos hechos, lejos de ser aislados, tienen una vinculación causal. Es por ello que esta doble efeméride, dado nuestro contexto internacional incierto, merece una reflexión, si lo que anhelamos es una paz duradera y la construcción de una Comunidad de futuro compartido para la humanidad.

La agresión japonesa está presente en todas las naciones de Asia, incluida China. Está presente en todas las instituciones sociales, incluso por encima de las oficiales. Para los chinos la rendición constituye el corolario de la resistencia y las batallas libradas por un pueblo para mantener con vida a la patria. La heroica gesta amalgamó el espíritu nacional, fortaleció la unidad y se consolidó como una poderosa fuerza que permitió la fundación y la construcción del Estado moderno tal y como hoy lo conocemos. El pueblo chino se erigió como un bastión de lucha contra Japón e hizo de su territorio el principal campo de batalla oriental durante la Segunda Guerra Mundial. Al repeler el ataque y la expansión del enemigo, hizo, en consecuencia, una contribución innegable a la guerra que el mundo libraba contra el fascismo. Los sacrificios y la sangre china derramada no pueden ni deben ser ignorados ni por la historia ni por la humanidad.

El arrojo con el que el pueblo chino se entregó para defenderse y para combatir al fascismo se transformó en una fuerza positiva en el escenario mundial. No solo templó el carácter nacional sino que dio forma al nuevo orden internacional que estaba a punto de emerger. Al colocarse los primeros cimientos de la Organización de las Naciones Unidas, China participó como fundadora y, al hacerlo, trasladó a la carta constitutiva los mismos valores por los que peleó contra Japón para defender su patria. El pueblo chino apoyó la constitución de la organización mundial, puesto que en ella están incorporadas las justas demandas por defender, prorrogar y salvaguardar la paz. A China, la invasión orquestada por Japón le causó muerte y destrucción. El pueblo chino atestiguó el horror causado por masacres, por los trabajos forzados y por las miles de mujeres que fueron obligadas a ser prostituidas por el ejército japonés. Un pu?ado de esas personas que dieron testimonio a la tragedia, en aquellos a?os solo unos ni?os, aún están con vida en China y en otros países de Asia. La ONU es la única garantía colectiva para que esos horrores no vuelvan a repetirse.

Es tanto obvio como natural que China se adhiera al camino del desarrollo pacífico, que impulse la cooperación global y que defienda la Carta de la ONU. La Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial colocaron al pueblo chino por esa senda, que ha marcado y seguirá marcando a las nuevas generaciones. Es, al mismo tiempo, un recordatorio de la historia, una fuente de inspiración para construir un mundo mejor y, finalmente, una dolorosa cicatriz que demanda con celo la transformación positiva de instituciones que dan coherencia al orden internacional. El pueblo chino es uno de los principales impulsores de la cooperación global, como ha quedado reflejado en sus diferentes iniciativas. La idea de una Comunidad de futuro compartido para la humanidad deja en claro que China, al tomar su pasado como experiencia y aprendizaje, busca responsablemente, a través de instituciones como la ONU, la difusión de ideas, conceptos e iniciativas que conformen un orden internacional mejor para todos.

El pasado no se olvida, pero no por ello el futuro se construye con odios ni resentimientos. Esa fue, lamentablemente, la vorágine que arrastró a muchos países durante los a?os azarosos de la Guerra Fría, a saber, el temor y el odio contra los otros. Hoy China ha repetido en plataformas internacionales su abierta oposición a la hegemonía, a la división, al extremismo y al unilateralismo, puesto que esos males, a la larga, conducen al desastre y a la ausencia de paz. La cooperación, como bien afirma el presidente chino Xi Jinping, constituye la única vía para que la humanidad coexista pacíficamente. La Comunidad de futuro compartido para la humanidad trasciende la vieja mentalidad creada por la Guerra Fría, deja atrás odios y resentimientos, le da la espalda a los juegos de suma cero y pone un énfasis notorio en el interés que guardan todos los Estados por hacer frente a desafíos comunes. La pobreza, la salud pública, el cambio climático o el terrorismo, entre muchos otros, no son fenómenos que se resuelven por sí mismos, sino que requieren, por el contrario, la cooperación y el trabajo de todos los Estados que conforman el concierto de naciones.

Hoy, el mundo da testimonio de las duras pruebas a las que se enfrentan los Estados en diferentes regiones del planeta. Las ambiciones geopolíticas, la división económica y la desconfianza están minando gravemente las bases que durante décadas la comunidad de naciones ha edificado para salvaguardar la paz. China toma a la historia como espejo y hace un llamamiento a la comunidad internacional a abandonar pensamientos arcaicos que proliferaron durante la Guerra Fría, e invita a la cooperación, al diálogo y al multilateralismo. A 80 a?os de la rendición de Japón y de la fundación de la ONU, queda claro que el destino de la humanidad y las acciones que los Estados ejecutan viven en una simbiosis, la cual requiere colaboración y compromiso genuino para alcanzar la felicidad de todos. La experiencia de China, tanto como víctima de la agresión japonesa como fundadora de la ONU, ense?a que el destino de la humanidad está vinculado, y que nuestras acciones presentes, ya sean buenas o malas, pacíficas o bélicas, tendrán repercusiones compartidas en un futuro próximo.