www.echojspodcast.com | 18. 08. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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De Espa?a a China: recordando los sacrificios compartidos en la Guerra Mundial Antifascista
Por H. Gómez
Mientras China y el mundo se preparan para conmemorar el 80.o aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa el 3 de septiembre, es un momento oportuno para revisar el largo arco de solidaridad internacional en la Guerra Mundial Antifascista, una historia que no comenzó en 1939 ni terminó con la caída de la Alemania nazi.
Desde los polvorientos campos de batalla de Espa?a a finales de la década de 1930 hasta la resistencia unida contra el militarismo japonés en Asia, personas con conciencia cruzaron fronteras e ideologías para oponerse al fascismo. Sus historias ofrecen lecciones perdurables para el mundo fracturado de hoy y reflejan el espíritu fundamental que subyace a la visión de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad.
En 1936, cuando estalló la Guerra Civil Espa?ola, tuvo lugar un gesto de internacionalismo poco conocido pero poderoso. Entre los primeros voluntarios extranjeros que llegaron a Espa?a se encontraba Xie Weijin, un marxista y periodista chino que había estudiado en Francia y estaba profundamente conmovido por la causa republicana. Mientras las bombas caían sobre Madrid y Barcelona, Xie arriesgó su vida para apoyar al pueblo espa?ol en su resistencia contra las intervenciones de las fuerzas fascistas. Pronto le siguieron otros voluntarios chinos que formaron parte de las Brigadas Internacionales, unidades multinacionales compuestas por trabajadores, estudiantes e intelectuales de más de 50 países.
Estos combatientes chinos, aunque pocos en número, llevaban consigo el peso de una nación que ya estaba siendo brutalmente atacada por el imperialismo japonés. En 1937, el incidente del puente de Lugou desencadenó una guerra a gran escala en China. Los horrores de la masacre de Nanjing, los bombardeos de Chongqing y la tenacidad del pueblo chino durante sus ocho a?os de resistencia se convirtieron en un símbolo de la determinación antifascista mundial. Al igual que los hijos e hijas de China se solidarizaron con Espa?a, los voluntarios internacionales también se habían solidarizado con China.
Desde Canadá, Estados Unidos y la Unión Soviética, hasta La India, Corea e incluso Alemania, voluntarios, periodistas, médicos y asesores militares llegaron a China, no por lucro ni por conquista, sino por una causa moral. Algunos llegaron bajo la bandera de la Internacional Comunista; otros, como el médico canadiense Norman Bethune, fueron enviados a China por el Partido Comunista de Canadá, donde prestó asistencia médica vital cerca del frente. Los aviadores estadounidenses formaron los famosos ?Tigres Voladores?, arriesgando sus vidas para defender los cielos chinos.
Esta solidaridad transnacional no estaba impulsada por la geopolítica, sino que se basaba en la creencia compartida de que la lucha contra el fascismo era una lucha por toda la humanidad. La guerra antifascista mundial dejó cicatrices que perduran hasta hoy, pero también forjó lazos que siguen inspirando. En China, este capítulo de la cooperación internacional no se ha olvidado. El pueblo chino recuerda con reverencia los sacrificios de los amigos extranjeros que se unieron a su causa. En lugares como Shijiazhuang, en la provincia de Hebei, al norte de China, hay monumentos en honor a Bethune y otros internacionales. Los museos conservan las historias de la lucha compartida. Los estudiosos chinos investigan las vidas de aquellos que lucharon codo con codo con ellos, no como héroes extranjeros, sino como compa?eros de armas.
Sin embargo, en algunas partes del mundo existe una preocupante tendencia a la amnesia histórica o incluso al revisionismo histórico. Algunos intentan minimizar o distorsionar la naturaleza de la agresión fascista. Otros ignoran el papel de China en la victoria aliada más amplia. Otros aún confunden la causa antifascista con la política de la Guerra Fría, borrando así la auténtica solidaridad humana que caracterizó esa época.
Precisamente por esta razón, conmemorar hoy la victoria en la Guerra Popular China de Resistencia contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista no es solo un acto de recuerdo, sino un imperativo moral y estratégico. Mientras China se eleva pacíficamente y contribuye al desarrollo mundial a través de iniciativas como la Franja y la Ruta, algunas fuerzas occidentales buscan revivir la confrontación ideológica, sembrar la división y promover el unilateralismo. Pero la historia ofrece un antídoto: la unidad frente a los desafíos globales.
El mismo espíritu que llevó a voluntarios chinos a Espa?a y a combatientes extranjeros a la resistencia china debe guiar nuestros esfuerzos colectivos en el mundo actual. Ante el cambio climático, las pandemias, el terrorismo y la política hegemónica de poder, ningún país puede actuar en solitario. Como ha puesto de manifiesto la pandemia de COVID-19, los virus no respetan fronteras, ni tampoco las crisis económicas o los desastres ecológicos. Construir un futuro compartido no es un eslogan idealista, sino una necesidad práctica.
China ha reiterado en numerosas ocasiones su compromiso con la paz, el desarrollo y el respeto mutuo. Ya sea a través de misiones de mantenimiento de la paz, ayuda humanitaria o cooperación Sur-Sur, Beijing está poniendo en práctica estos principios. Y al igual que el pueblo chino nunca ha olvidado a sus amigos en tiempos difíciles, la China actual tiende la mano al Sur Global y más allá, no para imponer, sino para cooperar.
En este 80.o aniversario de la victoria, debemos preguntarnos: ?qué tipo de mundo estamos construyendo? ?Estamos honrando los sacrificios de quienes se enfrentaron al fascismo fomentando la división o cultivando la solidaridad? El recuerdo de Xie Weijin y las Brigadas Internacionales, de Bethune y los Tigres Voladores, nos llama a elegir lo segundo.
El mundo se encuentra una vez más en una encrucijada. La inestabilidad económica, el extremismo ideológico y la tensión geopolítica amenazan con erosionar los frágiles lazos de la cooperación internacional. Pero si la historia nos ense?a algo, es que la solidaridad puede prevalecer incluso en los momentos más oscuros. Es hora de reafirmar, con palabras y hechos, nuestro compromiso común con la paz, la justicia y el apoyo mutuo.
China conmemora la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista, pero no lo hace de forma aislada, sino como parte de una familia global que en su día se unió en la resistencia y que ahora debe unirse para reconstruir la confianza y la cooperación mundiales. No se trata solo de un homenaje al pasado, sino de un proyecto para el futuro.
El autor es un analista geopolítico y traductor espa?ol afincado en China.
