www.echojspodcast.com | 26. 08. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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Una noticia resalta la necesidad de conmemorar el triunfo contra la agresión japonesa
La agencia de noticias japonesa Kyodo News citó hace poco ?fuentes diplomáticas? para se?alar que el Gobierno japonés había ?pedido? a otros países, a través de sus ?embajadas? y otros canales diplomáticos, abstenerse de asistir al desfile militar y otros actos organizados por China para conmemorar el 80.o aniversario del triunfo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial. Indicando razones como ?un enfoque excesivo en la historia? y ?matices antijaponeses?, Tokio ?expresó? a otras naciones que la participación de líderes debía considerarse cuidadosamente.
De ser cierto, no solo pone de manifiesto lo erróneo en la visión de Japón sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial y en la percepción de China, sino que también constituye una provocación flagrante contra la justicia histórica y el orden internacional de la posguerra, un sabotaje deliberado a los cimientos de la paz en Asia y en el mundo, y una afrenta a todas las naciones que sufrieron la agresión militar japonesa. Tokio debería dar una respuesta clara a esta noticia y aclarar su posición; de lo contrario, da?ará las relaciones con China y empa?ará su imagen internacional.
La conmemoración del 80.o aniversario del triunfo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial tendrá lugar el 3 de septiembre en la plaza de Tian'anmen, y tiene como objetivo recordar la historia, honrar a quienes dieron su vida, valorar la paz y abrirse al futuro. Es tanto una expresión solemne del recuerdo de China de la Segunda Guerra Mundial y una oportunidad de oro para que la comunidad internacional rinda homenaje a la causa antifascista. El pueblo chino atravesó 14 a?os de ardua guerra contra la agresión japonesa, realizó grandes sacrificios y contribuyó de manera indeleble a la victoria de la Guerra Mundial Antifascista. Es irreprochable que organice una agenda conmemorativa en tal fecha, no es susceptible de crítica, y el país responsable en aquel entonces no tiene derecho alguno a hacer comentarios irresponsables.
La afirmación de que las actividades conmemorativas poseen ?connotaciones antijaponesas? es una falacia típica destinada a confundir la percepción pública. El orden internacional de la posguerra se estableció tras un exhaustivo ajuste de cuentas con los crímenes del fascismo y el militarismo. Una serie de documentos internacionales, entre ellos la Declaración de El Cairo y la Declaración de Potsdam, exigían explícitamente que Japón reconociera su pasado hostil, lo cual es un resultado innegable del triunfo. Dichas actividades son una medida legítima para honrar a los mártires, recordar al mundo y salvaguardar este orden. En esencia, no difieren de los actos de otros países por la victoria en la Guerra Mundial Antifascista.
Tacharlas de ?antijaponesas? ha sido durante mucho tiempo una táctica habitual de las fuerzas de derecha japonesas para distorsionar los hechos. Durante a?os, ciertos grupos han confundido adrede el ?militarismo japonés? con el ?pueblo japonés?, en un intento de incitar la confrontación y presentarse a sí mismos como víctimas. En realidad, tanto el pueblo chino como el japonés fueron víctimas del militarismo japonés. Si Tokio manipulara abiertamente estos trucos revisionistas de la historia, se confirmaría una vez más que algunas fuerzas en el país siguen intentando tergiversar y reescribir lo sucedido. Su fin es solo uno: negar por completo su culpa como agresor durante la Segunda Guerra Mundial.
Si esta lógica avanzara, su absurdo sería evidente. Imaginemos que el Gobierno alemán hiciera un ?llamamiento? similar a los países europeos, ?no equivaldría eso a pedirles que no recordaran la victoria sobre la Alemania nazi y que no reflexionaran sobre las atrocidades cometidas por la misma?
Los países europeos realizan cada a?o actos antinazis, como el aniversario de la liberación de Auschwitz y el del desembarco de Normandía. Estos eventos también ?se centran en la historia? para recordar lecciones dolorosas y evitar que se repitan tragedias.
Para China, como uno de los principales vencedores de la Segunda Guerra Mundial y miembro fundador de las Naciones Unidas, conmemoraciones similares es precisamente lo que se espera de una gran potencia responsable. Si Japón busca verdaderamente la paz, debería expresar claramente la reflexión sobre su historia y traducirla en acciones concretas, apoyando y participando en estas actividades.
Alemania, derrotado en la Segunda Guerra Mundial, vio cómo el excanciller de Alemania Occidental Willy Brandt se arrodillaba en Varsovia; el excanciller Helmut Kohl estrechaba la mano del expresidente francés Fran?ois Mitterrand en Verdún; el excanciller Gerhard Schr?der asistía al aniversario del desembarco de Normandía; y su par ángela Merkel visitaba Auschwitz.
Estas acciones permitieron a Alemania liberarse del peso de la historia, ganarse la confianza de Europa y moldear la percepción internacional del país como una nación ?responsable?. Por el contrario, Japón rara vez conmemora la guerra junto con países víctimas como China y Corea del Sur, y a menudo envía se?ales contradictorias, lo que enfatiza una forma distorsionada de ?diplomacia de la ansiedad histórica?.
El problema de fondo es que carece de reflexión sobre su historia bélica y crímenes de agresión, y se ha convertido en un serio obstáculo para la unidad y la cooperación en Asia Oriental, así como en una grave amenaza para la paz y la estabilidad regionales. En los últimos a?os, el Gobierno japonés ha seguido una vía sin precedentes de expansión militar tras la guerra, al intentar liberarse de las restricciones de la posguerra, incitar el conflicto geopolítico y avivar las tensiones en la región. Tal comportamiento socava el clima de unidad y cooperación, y perturban el proceso de integración regional.
El informe de los medios de comunicación japoneses nos indica que el nihilismo y el revisionismo no han desaparecido, lo que resalta el profundo significado y peso histórico del desfile militar del Día de la Victoria de China. Homenajear es tanto una defensa de la historia como un deber moral. China conmemora este capítulo no solo para recordar al mundo que el orden de la posguerra llegó con esfuerzo y no debe olvidarse, sino también para declarar que cualquier intento de deformar la historia o minar ese orden nunca tendrá éxito. Una vez más, instamos a Japón a adoptar una actitud correcta y responsable hacia las cuestiones del pasado.
