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www.echojspodcast.com | 24. 11. 2025 | Editor:Filo Fu [A A A]

G20 en Johannesburgo: El multilateralismo avanza mientras EE. UU. se hace a un lado

Palabras clave: G20, EE.UU.
www.echojspodcast.com | 24. 11. 2025

Los días 22 y 23 de noviembre, Johannesburgo acogió la 20.a Cumbre de Líderes del G20 bajo el lema "Solidaridad, Igualdad, Sostenibilidad". Ya en el primer día, los líderes adoptaron por abrumador consenso la Declaración de los Líderes de la Cumbre del G20 en Sudáfrica.

Al inaugurar la cumbre, el presidente sudafricano y titular del G20, Cyril Ramaphosa, subrayó el valor y la necesidad del multilateralismo: "La adopción de la Declaración de la Cumbre envía una se?al importante al mundo de que el multilateralismo puede y sí produce resultados". Esta se?al fue aún más notable porque se emitió frente a la abierta oposición de Washington. Según un documento consultado por Bloomberg, en una nota diplomática previa a la reunión, Estados Unidos informó al gobierno anfitrión que no asistiría y se oponía a la emisión de cualquier documento de resultados de la cumbre del G20 bajo la premisa de una posición consensuada del G20 sin su acuerdo.

Como primer país africano en presidir el G20, Sudáfrica insistió en que la cumbre de líderes se llevara a cabo según lo planeado, que la declaración se adoptara según lo programado y rechazó el intento de Washington de enviar solo un encargado de negocios a la ceremonia de transición de la próxima presidencia del G20, citando normas diplomáticas básicas. Esta postura reflejó más que un punto procedimental; reveló una confianza diplomática tranquila pero firme.

En Johannesburgo, la no participación estadounidense no sumió la agenda en el caos. Por el contrario: impulsado por la gran mayoría de los miembros, el consenso sobre la declaración llegó antes y de manera más fluida que en muchas rondas anteriores. Esta escena apunta a un cambio más profundo: los mecanismos multilaterales de hoy se están liberando gradualmente de una lógica unipolar y se dirigen hacia marcos más inclusivos que reflejan mejor intereses diversos.

Los temas centrales destacados en la declaración están arraigados en preocupaciones inmediatas, tangibles y en un sentido de equidad. Estos incluyen abordar el cambio climático, apoyar las energías renovables, aliviar las cargas de deuda de los países en desarrollo y reformar la gobernanza financiera global. Estas prioridades no son una lista aleatoria; reflejan las demandas cotidianas más urgentes de muchas economías en desarrollo.

Desde áfrica hasta el sur de Asia, y desde América Latina hasta el sudeste asiático, los países del Sur Global lidian con el estrés por la deuda, la vulnerabilidad climática y la transición industrial. Lo que buscan del sistema internacional no es caridad, sino un entorno más equitativo para desarrollarse.

Así, la declaración se lee como una voz colectiva del mundo en desarrollo. Enfatiza la cooperación sobre la coerción, la estabilidad sobre la confrontación y la inclusión sobre la exclusión. Al hacerlo, desafía implícitamente una agenda política occidental dominante durante mucho tiempo, que tendía a ser "centrada en la seguridad" e "impulsada por sanciones".

La experiencia ha demostrado que la búsqueda de consenso global ya no puede girar en torno a la voluntad de un único poder hegemónico. La decisión de Washington de "boicotear" la cumbre se entiende mejor como una fuerte reacción a su creciente incomodidad con esta realidad. En un entorno cada vez más multipolar, donde más actores esperan ser escuchados, negarse a participar no preserva la influencia; aísla a quien se niega.

Durante gran parte de la posguerra, la política internacional giró en torno a un único centro de gravedad. El panorama actual es mucho más complejo. Estados en diferentes etapas de desarrollo, en diversas regiones y con distintos sistemas políticos, están participando en la establecimiento de agendas en virtud de su peso económico, capacidades tecnológicas, escala demográfica y recursos naturales.

El sistema global se encuentra ahora en una encrucijada entre un orden que envejece y uno emergente. Por un lado, Estados Unidos y sus aliados aún mantienen ventajas sustanciales en finanzas, tecnología y arquitectura de seguridad. Por el otro, la voluntad política, el dinamismo económico y las redes de cooperación del Sur Global se expanden a una velocidad notable. En este contexto, el G20 —como el principal foro que reúne a economías avanzadas y emergentes— debería servir como un espacio para la coordinación, no para la fragmentación.

Por lo tanto, la cumbre de este a?o tiene un peso simbólico que va más allá de su declaración específica. Ilustra una tendencia más amplia en la política global: mientras la inercia del viejo orden persiste, la lógica de un nuevo orden se está volviendo irreversible. El mundo está cambiando. Si Estados Unidos continúa respondiendo con muestras familiares de descontento —boicots, abandonos de reuniones, intentos de bloquear consensos—, eventualmente podría descubrir que cada vez menos países se sienten obligados a persuadirlo para que regrese a la mesa.